La experiencia de prevención y erradicación del trabajo infantil en la mina artesanal Santa Filomena Ayacucho Perú - Julia Cuadros

15 de marzo de 2015

Hace 14 años visitamos por primera vez el caserío minero artesanal Santa Filomena, ubicado en el sur medio de Perú, a tres horas hacia la sierra de la carretera Panamericana Sur, a 2700 m.s.n.m.  aproximadamente. Santa Filomena se encuentra en el departamento de Ayacucho, en la provincia de Lucanas, distrito de Sanccos. Una zona golpeada duramente por la violencia política que durante 20 años azotó el país entre los años 80 y 90 y que hasta hoy se encuentra en una situación de pobreza extrema.

Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de niñas y niños que trabajaban en las actividades mineras artesanales, desde llevar los alimentos a sus padres, hasta cargar a la espalda pesadas capachas con rocas mineralizadas o balancearse en un quimbalete durante horas interminables.

Nuestra propuesta de intervención se basó en la premisa de que para erradicar progresivamente el trabajo de niñas, niños y adolescentes en la minería artesanal debía llevarse adelante un proceso de desarrollo integral y sostenible de la comunidad. Desarrollamos un trabajo intenso en el que el reto consistía en erradicar el trabajo infantil en una de sus peores formas y en un contexto de extrema pobreza, incidiendo en el desarrollo integral de la localidad, articulando los esfuerzos locales, fortaleciendo sus organizaciones y fortaleciendo su autoestima.

Nuestro modelo de intervención se diseñó pensando en que el propósito de prevenir y retirar a los niños del trabajo minero artesanal requería enfocar acciones en áreas estratégicas y complementarias del desarrollo de su localidad y de sus familias. Este enfoque de desarrollo sostenible de la localidad fue un factor esencial en la consolidación de compromisos y acciones a favor de la erradicación del trabajo infantil.

Diseñamos una estrategia integral que interrelacionó diversos componentes, tanto económicos como socioculturales y políticos, que incidían en la reproducción del trabajo infantil y se convertían en obstáculos para el logro del desarrollo de la comunidad.

Identificamos, con la participación de padres, madres, docentes, niñas y niños, cuáles eran las causas que estaban a la base del trabajo de niñas y niños. Constatando que el trabajo infantil en la minería artesanal era un trabajo familiar en el que los niños y adolescentes se encontraban involucrados mayoritariamente bajo la forma de trabajo no remunerado.

Entre las principales causas identificamos que a pesar de su empuje, los mineros artesanales estaban sometidos a un círculo vicioso de falta de capital y ausencia de asistencia técnica para modernizar sus procesos productivos.  La minería artesanal es una actividad de sobrevivencia y,  como tal, para mejorar los ingresos debía involucrarse toda la mano de obra posible, entre ella la de niñas y niños.  Pero también identificamos que la ausencia de servicios de recreación y cuidado, así como la mala calidad de la educación,  o la inexistencia de un colegio secundario, desincentivaba a que los padres apostaran por educar a sus hijas e hijos; de igual manera existía una falta de conciencia de los padres acerca de los riesgos del trabajo minero para niñas y niños; asimismo, que la mayoría de las familias al proceder de comunidades agrarias otorgaban un alto valor a trabajo de niñas y niños.

De igual manera identificamos cuál era el trabajo en el que niñas y niños intervenían según las diversas etapas del proceso minero artesanal. En la fase de minado los niños de 11 a 14 años participaban en tareas de perforación, voladura, acarreo de desmonte; y niñas y niños desde los 6 años, en llevar agua y comida. En la fase de beneficio, la participación de los niños en el trabajo era desde los 8 años con el chancado, la molienda (quimbalete), el cuarteo, el lateo; a partir de los 11 años, el quemado de amalgama; o niñas y niños de 5 años a más, en la tarea de pallaqueo con 6 horas o más bajo el sol y el zarandeo.  En el caso de los niños varones, a medida que aumenta su edad, se incrementaba su participación en las tareas mineras en las que se requería mayor fuerza física; y en el caso de las niñas, su trabajo siempre estaba relacionado a actividades marginales, que obedecen a creencias que identifican a la mina como mujer, por lo que únicamente la minería es realizada por varones.

Implementamos seis estrategias concurrentes que abordaban los aspectos críticos identificados en el diagnóstico. Desarrollamos una primera estrategia de modernización productiva, implementada de manera progresiva, que tomó en cuenta sus capacidades productivas, así como sus formas tradicionales y culturales de organización del trabajo. Un tema clave para el retiro de los niños del proceso productivo minero fue la creación de condiciones que hicieran posible el reemplazo de su mano de obra por tecnologías modernas de producción. Por ejemplo una primera medida para el retiro de los niños que ingresaban al socavón y cargaban capachas llenas de piedras mineralizadas fue la implementación de un winche mecánico que consistía en un pequeño motor con un carrito en rieles para transportar mineral y desmonte desde lo más profundo de la mina hasta la superficie, tarea en la que eran ocupados los niños por su tamaño. Posteriormente se implementó una planta de cianuración, que no sólo mejoró la productividad y la rentabilidad de la actividad sino que redujo los impactos ambientales al reducir un reactivo químico biodegradable, recuperando hasta un 75% del oro cuando antes sólo se recuperaba entre el 40 y 50%.

La segunda estrategia desarrollada fue el impulso a la formalización de la Sociedad de Trabajadores Mineros 2013 SOTRAMI, con ella los mineros artesanales cuentan con su propia concesión minera, lo que ha permitido darle estabilidad a su actividad, acceder a servicios e insumos de mejor calidad y a un menor precio, lo que ha incidido en aumentar su rentabilidad. Habiendo sido la baja rentabilidad y los bajos ingresos una de las excusas para involucrar el trabajo de los niños.

Una tercera estrategia consistió en mejorar los ingresos familiares, organizamos un programa de apoyo al emprendimiento económico de las mujeres, a las que se capacitó en temas productivos, se realizó un estudio de mercado para identificar las alternativas de negocio rentables, buscando además promover cambios en la posición y situación de las mujeres que se encontraban identificadas como uno de los grupos más vulnerables. Se implementó un programa de crédito a manera de fondo rotatorio y se promovieron pequeños negocios.

La siguiente estrategia implementada se refirió al fortalecimiento de los servicios de educación, nutrición y salud. Cuando llegamos a Santa Filomena sólo existían dos aulas multinivel con un solo profesor. Trabajos con los padres y madres, con los docentes y con los propios niños y niñas, a fin de que el proceso a implementar fuera apropiado por todos estos actores sociales. En un primer momento el fortalecimiento de estos sistemas estuvo a cargo de CooperAcción con apoyo de la cooperación internacional, pero luego se logró involucrar a los niveles, local, regional y nacional de gobierno.

Una quinta estrategia estuvo referida al fortalecimiento de las organizaciones sociales, al incremento de sus capacidades de gestión organizativa y de gestión del desarrollo, así como de relacionamiento e interlocución con otras instituciones públicas y privadas en función de su visión y plan de desarrollo concertado.

Una sexta y última estrategia implementada consistió en la difusión, sensibilización e incidencia tanto en el nivel local del caserío como en los municipios distrital y provincial, los ministerios de Educación, Salud y de la Mujer y Desarrollo Humano, así como en la opinión pública local y nacional, a fin de promover cambios en las políticas públicas, en las prácticas concretas, así como en las formas de pensar, la cultura y las costumbres, a fin de generar un nuevo sentido común para la erradicación del trabajo infantil.

Hoy en Santa Filomena existe una empresa dirigida por sus trabajadores, cuentan con una planta de cianuración, existe ya no sólo un colegio primario sino también un colegio secundario y una posta médica. Se ha cumplido el sueño de Santa Filomena, la población que vivía alrededor de la bocamina se ha trasladado a una nueva zona de vivienda, y desde hace 8 años desarrollan un proceso autogestionario. Y lo más importante de todo es que ya no encontramos niñas, niños y adolescentes que trabajen en las actividades minero-artesanales; y cuando algunas familias llegan con costumbres tradicionales, SOTRAMI se encarga de recordarles que allí no trabajan niños. Que ellos y ellas van a la escuela y que usan su tiempo libre como niñas y niños que son, jugando.

Esta experiencia viene siendo replicada a nivel de otros asentamientos minero-artesanales del sur medio del Perú y también en otros países de América Latina. Sin embargo, este tipo de esfuerzos requieren del apoyo tanto gubernamental como de la cooperación internacional, del apoyo de la empresa privada, a fin de que no se produzcan retrocesos en los temas principales que permiten la prevención y la erradicación del trabajo infantil en nuestros países.

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